martes, 3 de noviembre de 2015

Carta de Manuel Jiménez al Prof. Juan Bosch.


Santo Domingo R. D. 03 de noviembre 2015.

CARTA PÚBLICA.

De Manuel Jiménez al Prof. Juan Bosch.


Inolvidable amigo:

Al que no le ha pasado no me va a comprender, por eso, se lo digo a usted antes que a nadie.
Una vez, usted también tomó la pluma y sacó desde el alma unas cuantas palabras, dolorosas tal vez, pero repletas todas de deber y vergüenza.
Hace décadas que usted nos advirtió de este presente; nos lo mostró con profética certeza ¡cuánta visión!
Hoy me ha tocado a mí vivir las amarguras que usted profetizó.
¡Cuánto me cuesta lanzar este grito, desatar el silencio, y dejar que me brote completo el desaliento!
Muchas veces, quizás por no llorar, he cantado en secreto pedazos de canciones con las que lo recuerdo.
A decir verdad, cada vez es más tenue la estrella amarilla y más pálido el tono de los lienzos morados, y escucho cada vez más tímido y lejano aquel hermoso slogan que nos acercaba tanto a la esperanza, a los sueños y al compromiso de "servir al partido para servir al pueblo".
No quiera usted saber lo que nos pasa, pero sencillamente, salimos de la ruta y nos perdimos. Ahora, busco a tientas reencontrarme conmigo en este oscuro trecho de la desilusión.
Profesor, han sido rotos casi todos los límites, pero igual, se celebra y se ríe; la única que llora es la conciencia.
Todo lo de respeto y lo de democracia, lo de derecho, disentimiento, libre opinión, decisiones colectivas y orgánicas, participación en igualdad y sin ventajas, han sido puestos en retiro.
En contraposición, el Vlll congreso fue la esperanza que se murió en el vientre; las conclusiones han sido expresas: dejarlo todo como está todo, primero "ganó el sí", dejaron todos los miembros del CC, después todos los miembros de CP, después todos los presidentes provinciales, después todos los presidentes municipales, después los presidentes de intermedios, después los
 Partidos
presidentes de CB, después todos los senadores, después todos los diputados y después los alcaldes y después y después y después....
No debería molestar su paz con estas cosas tristes, pero tampoco puedo morirme de silencio.
Le cuento, que aspirar, en la práctica, ha sido prohibido en el partido. Si quiere aspirar, tal vez tenga que obtener la sentencia de un tribunal que le garantice ese derecho.
¡Ah!, hace tiempo que ciertos desmanes se valen, por eso, algunas victorias han tenido que ser amparadas por sentencias para ser reconocidas.
La meta de hacerse rico se ha enfrentado a los principios y los ha derrotados humillantemente.
¡Vergüenza contra dinero!
¿Se recuerda? Con usted, la vergüenza ganaba, ahora estamos perdidos, pero estamos en batalla.
No aspire, maestro, si usted no tiene millones, o si no está tan bien conectado, como para recibir todos los “favores” que se le antojen.
Si se somete a encuestas, tiene que tener cuidado, igual si se somete a primarias, son tan sofisticados hoy esos proceso, que perder o ganar puede ser hasta cuestión de un clip.
El presente es confuso y el futuro es incierto, pero no me detengo. Hay deudas con Duarte, con Caamaño, con Manolo, con el pueblo y con usted, y habrá que saldarlas.
La relación partido gobierno se ha situado a nivel cero, las bases peledeistas se lo podrán decir mejor que yo, no participan ni ayudando al gobierno ni el gobierno ayudándola ellas; se ha roto toda conexión.
Esta ruptura y este cambio de rumbo, no lo niego, son muy duros, pues separan mis pasos de los pasos de tantos compañeros/as (hermanos y hermanas) construidos bajo un mismo color, una bandera y una meta que hasta aquí nos trajo juntos. Duele, y duele profundamente, sobre todo a mí, que soy un furibundo amante de los abrazos, la amistad sincera y la sonrisa compartida y franca.
Son los momentos que uno jamás planificó, me consuela la certeza de que, por lo menos usted me entenderá.

Las despedidas, ya lo sabemos, son tristes, la suya, por ejemplo, lo fue profundamente. Es que algunos, cuando se van, su ausencia gravita  demasiado.
No me voy de donde no debo irme, más bien, me despido de los que ya se fueron, de los que se apartaron del camino, abandonado ejemplos y principios, de los que de algún modo, nos dejaron solos.
Por mí, no tema usted. A donde vaya, me llevo lo que he sido y lo que soy. No se preocupe si cambio la envoltura, el contenido y la esencia, lo juro ante su memoria y la de Duarte, jamás serán alterados.
Lo dejo, nos vemos en el corazón del pueblo al que usted le sirvió tanto y nos enseñó a servirle.
No lo olvidaré, ¡no me olvide!
Le dejo, como siempre, mi recuerdo y la canción que usted sabe.


Manuel Jiménez

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