Por Jinmy García Tejada
10 de julio 2021
En los tiempos de la conquista de América, todo inició en Quisqueya, en la ciudad de Santo Domingo, capital del imperio naciente de España. Desde ahí salieron las expediciones a varios países de América y nació lo que se conoce como el nuevo mundo.
En la parte oeste de la Isla, hay una pequeña isla de montañas y rocas llamada Tortuga, donde se guarecian los piratas, bucaneros, filibusteros, apoyado y fomentado por Francia e Inglaterra. Ocurrió un tiempo de escasez de alimentos y hambrunas, los bucaneros pasaban a la parte oeste de la isla de Santo Domingo que estaba desprotegida por los Españoles y poco habitada, en busca de alimentos. En dicho lugar había una gran cantidad de ganado cimarrón, los bucaneros le robaron productos agrícolas a los habitantes de esa parte y mataban reses, luego la asaban en el bucan que era una parrilla de madera que usaban los aborígenes, de ahí viene su nombre de Bucaneros. Luego descubrieron que podían vender las pieles de esas reses en Europa, lo cual generó un nuevo negocio para ellos.
Los piratas, corsarios establecieron un nido de piratas en la tortuga para atacar todos los barcos que pasaban para robarles el oro, la plata, hasta los esclavos que llevaban. También atacaban las partes pobladas de Quisqueya, Cuba, Jamaica y Puerto Rico.
Con el tiempo los viejos Bucaneros, piratas y corsarios se fueron quedando en tierra, ocupando la parte oeste de la isla de Santo Domingo, para dedicarse a la agricultura, encerrar reses en corrales y el corte de madera.
Se estableció un lugar de comercio en esa parte, con los esclavos que le quitaron a los barcos Españoles comenzaron a usar esos esclavos en sus plantaciones, con el tiempo obtuvieron el apoyo oficial de Francia, en unos cuantos años tenían la cuarta parte de la isla. Se creó un comercio de compra y venta de esclavos inmensa ya que el promedio de vida era de 21años, muchos fallecían en los viajes, por enfermedades o las condiciones en que viajaban.
Francia envió más de 600,000 esclavos que fueron brutalmente explotados, por menos de 30,000 franceses, con el trabajo y la explotación de esos esclavos lograron crear la colonia más prospera de su época en el mundo, en esa parte llamada Haití, en 1665 Francia la reclamó formalmente y la nombró Saint-Domínguez, 30 años más tarde, España le cedió formalmente un tercio de La Española a Francia. Dicha prosperidad fue por el azúcar, café, tabaco, cacao, algodón, a tal punto que en el 1789 producían el 75% del azúcar que consumía el mundo, y suministraban los demás productos agrícolas.
Luego de la Revolución francesa, por efecto y las demandas de los derechos humanos de la revolución, los esclavos por la gran crueldad de los franceses en la parte de Sant Domingue se levantaron para crear un República en esas tierras de montañas, y liberarse de la esclavitud, la que llamaron Haití. Proclamaron su independencia el 1 de enero del 1804, arrasaron con todas las riquezas creada hasta ese momento, quemaron los cañaverales, las plantaciones, cafetales, trapiches y los ingenios productores de azúcar, también persiguieron y ejecutaron a los blancos. Cuando terminó la revolución sólo quedaron 170,000 esclavos.
Ésta fue la primera revolución de América contra la esclavitud y la explotación del hombre y se convirtió en la primera República independiente de América.
Francia le cobró una multa al pobre pueblo, por los daños a sus propiedades en dicho país, hasta los esclavos se los cobró. La ordenanza le prometía a Haití reconocimiento diplomático francés a cambio de un arancel del 50% de reducción a las importaciones francesas y una indemnización de 150.000.000 francos (unos US$21.000 millones de hoy), pagadera en cinco cuotas. La nueva República inició con la deuda de la independencia.
Cómo Haití no tenía dinero para pagar las cuotas acordadas los mismo bancos franceses le presentaron, le cobraron intereses y comisiones. Terminó de pagar esas compensaciones en 1947.
En el 1822 el presidente de Haití, Jean Pierre Boyer cometió el error de invadir la parte de Santo Domingo. En este período se llevaron a cabo expropiaciones de tierra a gran escala, en desmedro de los esfuerzos necesarios para la producción de cultivos de exportación. Se impuso el servicio militar, se restringió el uso de la lengua española y se trató de eliminar las costumbres tradicionales, culturales y religiosas. Terminó definitivamente con la esclavitud como institución en la parte oriental de la isla. Esta ocupación duró 22 años.
Haití prohibió la constitución de los blancos como propietarios de tierras y las principales familias terratenientes se vieron privadas por la fuerza de sus propiedades. La mayoría emigró.
Haiti se encuentra en el puesto 162, entre los países más pobres de 196 países. En el 2019 su PIB fue de 14,334 dólares, con un percapita de 1,233 dólares. Una inflación del 25% anual, se cree 6,3 millones de personas son pobres, según un informe del Banco Mundial de 2012. El umbral de pobreza, según Naciones Unidas, es de menos de dos dólares al día. La pobreza extrema, afecta a más de 2,5 millones de ciudadanos. Los ingresos están concentrados en pocas manos el 1% recibe más del 70% de los ingresos en Haití, es uno de los países con más desigualdad de América.
El pueblo de Haití ha pasado por colonización, esclavitud, revolución, revueltas, hambre, miseria, deudas, deforestación, corrupción, opresión, explotación y violencia. Ha sido afectado por varios fenómenos naturales.
Las ocupaciones por EE.UU., dictaduras, golpes de Estado, le han asesinado cuatro presidentes en ejercicio y electos. El más reciente este 7 de julio del 2021, al presidente Jovenel Moise, ellos son: Jean Jacques Desasline, Jean Vibran Guillame Sam, Cincinnatus Leconte, y Jovenel Moise.
Como hemos visto una historia muy cruel, violenta y convulsa la de éste pueblo desdichado de América. Francia, España e Inglaterra, no han pagado, ni han pedido perdón, por los daños ocasionados a miles de seres humanos, por la cruel esclavitud ejecutada, además de las riquezas extraídas y la explotación de los recursos naturales de Haití, la isla de Santo Domingo y el Caribe.
Jinmy García Tejada